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Sonidos

Recuerdo mudarme a un nuevo piso, colocar las cosas, cada una en el sitio que me parecía más adecuado para ella.
Recuerdo vaciar cajas, subir y bajar escaleras, recuerdo ir mil veces al supermercado porque siempre, siempre faltaba algún producto básico. Recuerdo, en algún momento en la la mudanza llegó a su fin, mirar alrededor y sonreír sin darme cuenta. Recuerdo pensar que ese sería mi nuevo centro de operaciones durante un tiempo indeterminado.

Recuerdo una noche despertarme sobresaltada de madrugada por haber oído un ruido que no sabía identificar. Recuerdo que había sido algo no demasiado estruendoso, pero sí suficientemente alto como para sacarme de mi sueño. Recuerdo pensar en levantarme y que, estando todo a oscuras, y en un lugar donde llevaba poco tiempo, la autosugestión pudo más que yo. Recuero repetirme a mí misma n veces que era una tontería, que sería cualquier cosa. Recuerdo haber pensado hasta dar con la posible causa del ruido: un póster pesado que se habría despegado en la habitación contigua. Aún así, sé que no salí de mi cama, que esperé a que se hiciera de día y que me sentí como si viviera en una peli de terror, aunque sabía que en absoluto lo era. Maldita autosugestión y maldito subconsciente. Malditas las miles de películas de terror y thrillers.

Recuerdos esos primeros días donde todos los ruidos eran nuevos, donde ninguno destacaba sobre los demás porque no eran llamativos, no los adjudicaba a nada y todo me daba igual.

Ahora me sorprendo por las mañanas cuando sé en qué piso timbran por el sonido del ruido. Sé que esos borbotones que corren por las cañerías es porque el de al lado se ducha por la mañana. Sé si una ventana no está bien cerrada por la cantidad de ruido del exterior que puedo oír en una habitación. Sé que ese traqueteo constante por la noche son las persianas eléctricas de los del otro lado. Sé si está lloviendo por cómo se oyen los coches al pasar por delante del edificio, por el ruido con el que se pegan al asfalto.

Recuerdo esos primeros días de estar en un piso. Sé que ahora sí es mi casa, mi refugio.

2 comentarios:

Lo q Leo dijo...

Cada casa tiene
un tipo de silencio,
quizá no sea otra cosa
que el ruido
de los pensamientos
de la gente que vive;
el ruido de los sentimientos
la música de los sueños

Paola Vaggio dijo...

Bellísimo post, y acertado. Me gusta tu blog, lo he descubierto hoy.