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Abril

Hubo otros septiembres que fueron eneros. Que las pilas llegaban cargadas, con energía, ganas de comerse el mundo, de ponerlo patas arriba y de afrontar cualquier proyecto que se pusiera a tiro. Con motivación para sacudirse los restos de arena y empujar los límites más allá de lo establecido.

Este año, septiembre será un mes de abril, de esos que a algunos les robaron sin darse cuenta.

Ni siquiera será un diciembre, o un enero, yermos, con nieve, donde parece que el clima da la razón a los más áridos, a los más despojados. No será un mes donde pueda usar una manta como abrigo, que caliente el corazón, que permita soñar con días mejores, que aporte ternura, aunque sea artificial.


No será un mes otoñal donde se asientan colores que invitan a salir, a pasear, a jugar con las hojas, a dejarse cautivar por la naturaleza. No será un mes donde apetece crear hogar, llenar nevera, quedarse en un sofá acompañada, con una película, un libro. Con alguien.


Sí. Será un abril. Un mes en tierra de nadie, en que otros sienten la primavera y se alegran con los primeros rayos de sol... pero que a mí no me eliminan el frío que llevo dentro. No será un mes con promesas de días de ocio, de vacaciones, de primeras escapadas que anuncian el verano. Será un mes de volver destemplada, de no saber qué ponerse, ni para tapar el cuerpo, ni tampoco para proteger el alma. Un mes donde todo parece obligar a salir afuera, a desperezarse mientras que lo único que deseo es alargar el invierno. No quiero exponer aquello que todavía no llegan a cicatrices, que siguen siendo heridas abiertas.

Será un mes en el que ya no existen los cuentos de historias inventadas hasta quedarme dormida, donde no quedan brazos que rodeen y aporten calor, donde ya no hay manos que agarren las mías para comprobar la temperatura. Será un mes en el que las pinturas de colores se han transformado en blancos, negros y grises, donde los trazos son duros, donde el sol ha dejado de ser amarillo y el agua del mar ya no es turquesa. Será un mes en el que las hierbas que crecen a los lados del sendero hayan crecido tanto que han terminado por taparlo y convertirlo casi en invisible.

Será un mes que, en vez de ser promesa de un nuevo comienzo, es continuación de un declive.

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